La iglesia solía ser la "casa común" donde los aldeanos se reunían para todos los acontecimientos importantes de su vida cotidiana, ya fueran alegres o tristes, para asistir a los oficios los domingos o para celebrar fiestas religiosas.
Seguir leyendo
Mostrar menos
En Norgeat, como en la mayoría de nuestras aldeas de montaña, tenemos que admitir (con cierta nostalgia para los habitantes de más edad) que nuestra iglesia se ha quedado dormida con el paso de los años.
La puerta del edificio sólo se abre para los funerales y las campanas, que solían marcar el ritmo de la vida cotidiana del pueblo, permanecen obstinadamente mudas.
Hoy en día, pocos aldeanos pueden decir cuándo, por qué o cómo se construyó su iglesia.
Para responder a estas preguntas, además...